jueves, 11 de febrero de 2016

ROBERT JOHNSON: LEYENDA Y REALIDAD

Robert Johnson nació en Mississippi en Mayo de 1911. Fruto de una relación extramatrimonial de su madre, tardó unos años en adoptar el apellido Johnson de su verdadero padre. Fue al colegio pero nunca le gustó demasiado. Sus pasiones eran la música, el alcohol, y las mujeres. Con 17 años se casó con Virginia Travis, la cual falleció poco después dando a luz a su hijo, el cual tampoco sobrevivió. Poco después volvió a casarse.

Esto es, más o menos, lo que se sabe a cerca de la vida de Robert Johnson. Solo existen dos fotos suyas. Algunos hablan de tres. Tampoco se sabe donde reposan sus restos, pues hay tres lápidas con su nombre en diferentes ciudades (Morgan City, Quito y Greenwood), aunque al parecer, no se encuentra bajo ninguna de ellas.

A partir del fallecimiento de Virginia, empezó a viajar tocando la guitarra. Conoció a los músicos Willie Brown y Son House. Ambos, al igual que cualquiera que le escuchaba, le decían que no sabía tocar, pero esto no le detuvo. Un día, decidió salir a buscar a su padre. Durante una temporada, nadie supo nada de él, pero cuando volvió, tocaba la guitarra como nadie antes lo había hecho. La gente empezó a decir que había vendido su alma al diablo para tocar así. Supuestamente esto ocurrió en un cruce de caminos, concretamente entre las carreteras 49 y 61, en Mississippi. Robert acudió allí con su guitarra poco antes de medianoche, y se puso a tocar. Un gran hombre negro (Papa Legba, según la mitología) apareció, tomó la guitarra, y la afinó, a cambio de su alma. Así fue como Johnson consiguió tocar de esa forma. Esta leyenda se expandió rápidamente por la zona. Robert jamás afirmó o negó nada de esto, pero algunas de sus canciones como ‘Me and the devil blues’ o ‘Crossroad’ sirvieron para avivar el mito.

Respecto a su muerte también hay varias teorías, aunque parece que la más acertada es la que dice que una noche le dieron una botella de whiskey abierta en un bar. Cuando estaba a punto de bebérsela, Sonny Boy Williamson le dio un manotazo tirándola al suelo, diciéndole que nunca bebiese de una botella abierta. Johnson le reprochó lo que acababa de hacer, diciéndole que nunca le quitara una botella de whiskey de la mano. Al poco, otra botella apareció, y esta vez Robert bebió sin impedimentos. Tras ello, empezó a tocar. Tuvo que abandonar la actuación a la mitad. La botella estaba envenenada. Posiblemente lo había hecho el dueño del local después de que Robert se interesara por su mujer. Estuvo tres días delirando, sin que ningún médico le atendiese. Los blancos, porque era negro. Y los negros, por misticismo relacionado con el Hoodoo. Era un hombre que había pactado con el diablo, y podía resultar muy peligroso. Robert falleció tras pasarse sus últimas horas de vida a cuatro patas y aullando como un lobo, siendo uno de los primeros en entrar en el club de los 27. Durante su vida realizó dos sesiones de grabación, en las cuales grabó 29 canciones (Algunos afirman que fueron 30, y buscan la canción perdida, como en la película ‘Crossroads’, 1986). Cuando grabó, lo hizo cara a la pared, al igual que solía hacer en directo. En teoría era para aprovechar la acústica del estudio, o para que no descubrieran su forma de tocar, aunque muchos dicen que era para que no vieran los ojos poseídos que ponía cada vez que tocaba. Hasta aquí la leyenda.

No se sabe nade a cerca de qué ocurrió en aquel tiempo en que estuvo desaparecido, pero hay varias hipótesis a cerca de ello que pueden ser lo que más se acerque a la realidad. La que tiene más posibilidades es la que habla de Ike Zinnerman, aunque este bluesman también tiene su propia leyenda, pues se dice que aprendió a tocar la guitarra bajo la luz de la luna, sentado en las tumbas de un cementerio. Ike era un granjero nacido en Alabama en 1907. Trabajó construyendo carreteras en Mississippi, y durante este tiempo, también enseñó a varias personas a tocar la guitarra. De vez en cuando volvía a Alabama a ver a su familia, y en uno de estos viajes conoció a Robert Johnson. No se sabe si Ike ofreció a Robert ir a su casa por no tener donde dormir, o si se escucharon tocar y surgió la posibilidad de que este le enseñara, pero el caso es que Robert fue a su casa, y allí aprendió todo lo que Ike sabía. También aprendió a tocar la harmónica. Cuando ya le había enseñado todo, volvieron a la carretera. Dieron algunos conciertos juntos, y después Robert se fue a Mississippi. Ike se fue a Los Ángeles a ver a su hermano y más tarde se convirtió en pastor religioso en California, aunque nunca dejó la guitarra. Murió a los 67 años sin saber todo lo que había conseguido Robert, pues la gran fama la consiguió bastantes años después de su muerte. Ike nunca grabó nada, aunque su forma de tocar consistía en hacer líneas de bajo con las cuerdas más graves de la guitarra, e imitar algo parecido a la voz con las agudas, al igual que tocaba Robert.


Guitarristas como Eric Clapton o Keith Richards reconocer tener gran influencia de Robert. Como anécdota, el Stone preguntó ‘¿Quién toca la otra guitarra?’ al escuchar su música por primera vez, debido a su peculiar forma de tocar.




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