Septiembre de 1982. San Mateo (Para el que no lo sepa, las
fiestas de la capital astur). Y lluvia, mucha lluvia.
Miguel Ríos tenía programado un concierto en la plaza de
toros para poner el cierre rockero al verano. Pero no podía salir todo bien. Con
la gente ya dentro del recinto, se anuncia que el concierto se suspende. El
equipo no se había cubierto, y estaba mojado por la lluvia, lo que podía
provocar que los músicos se electrocutaran. 13.000 personas se quedan sin concierto
a muy poco tiempo de que empezara. La gente empieza a protestar. Y si los
ánimos ya estaban calientes desde antes de entrar, por la gente que intentaba
colarse, y por el alcohol típico de las fiestas, acabaron por arder cuando el
chófer de Miguel Ríos se subió al escenario, dio la espalda al público, y se bajó
los pantalones. A la salida, se produjeron gran cantidad de incidentes
(cristales de establecimientos rotos, señales de tráfico arrancadas, incluso
llegó a arder algún coche de la policía). Esto provocó que las fuerzas de la
ley cargaran con extrema violencia, provocando duros enfrentamientos con la
gente que se había quedado sin concierto.
Alrededor de 4.000 personas se concentraron en la entrada
del hotel donde el músico iba a cenar para increparle. Y si esto fuera poco
para Miguel, en plena cena, unos agentes se personaron para detenerle y
trasladarlo a la comisaría, donde permanecería hasta primeras horas de la tarde
del día siguiente.
Como anécdota, cabe destacar que la entrada para ese
concierto costaba 500 pesetas (unos 2.70 euros).